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Posible infiltración criminal en organismos de seguridad: la queja que sacude al Ejército y la DNI

  • cauca10cauca
  • 28 nov
  • 2 Min. de lectura
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La reciente denuncia presentada por lacandidata presidencial María Fernanda Cabal ante la Procuraduría General de la Nación reavivó el debate sobre la transparencia y la vigilancia institucional en Colombia. La queja se originó a partir de una investigación de la Unidad Investigativa de Noticias Caracol, la cual reveló presuntos vínculos entre el general Juan Miguel Huertas, del Ejército Nacional, y Wilmar Mejía, funcionario de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI), con el cabecilla de las FARC alias “Calarcá”. Según el material incautado al líder guerrillero, existirían menciones y posibles comunicaciones que relacionarían a estos servidores públicos con integrantes de la estructura ilegal.


La senadora solicitó al procurador general Gregorio Eljach la adopción de medidas cautelares de suspensión provisional, así como la recolección urgente de pruebas. Este tipo de medidas están contempladas en el régimen disciplinario colombiano como mecanismo preventivo, con el objetivo de evitar interferencias en el proceso, proteger la evidencia y salvaguardar la función pública mientras avanza la investigación. No implica sanción, sino una acción temporal en aras de garantizar un proceso imparcial.


La situación adquiere mayor relevancia al tratarse de dos instituciones estratégicas del Estado: el Ejército Nacional y la Dirección Nacional de Inteligencia. Ambas son responsables de proteger la seguridad interna, anticipar amenazas y coordinar esfuerzos contra organizaciones criminales y grupos armados ilegales. Una posible infiltración, aun si no está probada, plantea interrogantes serios sobre la vulnerabilidad de las estructuras de mando y el riesgo de filtración de información sensible.


Cabal argumenta que no puede haber ambigüedad ni silencio institucional cuando aparecen nombres de funcionarios en dispositivos pertenecientes a un miembro de una organización armada. Desde su perspectiva, el caso compromete la moralidad administrativa y plantea un riesgo directo para la seguridad nacional. En su denuncia se exponen los hechos divulgados por la prensa y se citan normas disciplinarias presuntamente vulneradas.


El precedente no es menor. Diversos informes históricos han mostrado cómo los grupos armados han intentado penetrar organismos estatales mediante redes de cooperación, corrupción o inteligencia paralela. Investigaciones anteriores como los escándalos de alianzas entre funcionarios y grupos ilegales en zonas de conflicto evidencian que la infiltración no es un fenómeno aislado, sino un riesgo constante que exige respuesta institucional firme.


En este escenario, el papel de los órganos de control es decisivo. La Procuraduría deberá examinar los elementos aportados por la fuente periodística, verificar su autenticidad y determinar si existe mérito para la apertura formal del proceso disciplinario. Mientras tanto, la opinión pública observa con atención un caso que no solo pone a prueba la ley, sino la solidez misma de las instituciones encargadas de proteger al país.


28 de Noviembre 2025

 
 
 

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